Casi me tropiezo con la verdad de la que estaba huyendo.
Le dije: "¿Sabes qué...? Hoy no quiero conocerte.
La probabilidad de que sufra es más alta de lo que será mañana.

Me despedí con un gesto amable.
No quería enterarme de aquello hoy, porque mañana sería infeliz, y quizás prontamente al conocer aquel enigma, podría soportarlo, pero...


No hoy.